Este fin de semana tuve la oportunidad de conocer a una estudiante de negocios que, próxima a egresar, planeaba los pormenores que ejecutaría para formar una empresa de corte social. Aunque no le pregunté la dirección de su idea, su comentario me trajo a la mente una clase en la que estuve hace algún tiempo. Mi profesor, en medio de una cátedra en la que mencionábamos los múltiples problemas que ofuscan a nuestro país, comentó que “a los burócratas no les interesa innovar, debido a que, por lo general, tienen una visión cortoplacista y egoísta del impacto de sus medidas”.
Lamentablemente, aunque ninguno lo confiese a conciencia, dicho argumento es mucho más que cierto en múltiples situaciones. Así, en un país tan diverso como el Perú, continuamos teniendo problemas de manejo de recursos, provisión de servicios básicos como salud, educación, agua, luz y desagüe; por no hablar de la pésima infraestructura, la desigualdad y el poco interés sobre las regiones más alejadas.
Ante esta situación, un grupo de emprendedores, tal vez cansados de esperar una respuesta por parte del Estado, ha planteado proyectos que proponen una respuesta simple, innovadora y efectiva ante los problemas que aquejan a la población. El más notable de estos emprendimientos probablemente sea YAQUA, que utiliza sus ganancias para implementar sistemas de agua apta para el consumo en comunidades que no pueden acceder a ella. En esta misma línea, en España funciona L’Olivera, la cual es una productora altamente manual de vino y aceite, que busca darles una forma de empleo a las personas con discapacidades psíquicas. A quienes además, provee de un servicio de terapia ocupacional y de un lugar de residencia.
Esta tendencia deja entrever que el emprendimiento y la innovación van mucho más allá de un grupo de jóvenes o adultos que solo busca lucrar con una idea. Por el contrario, estas promueven proyectos que pueden funcionar como soluciones de corto plazo ante problemas reales como el empleo y la provisión de recursos, que aquejan y afectan el crecimiento potencial de la economía en el largo plazo. Curiosamente, ello hace más urgente la tarea del Estado en cuanto generar un entorno amigable y normas realistas, que permitan el desarrollo y posterior crecimiento de este tipo de negocios.
Por: Lucero Gaitán